miércoles, 23 de junio de 2010

RAMÓN GAYA. Homenaje a la Pintura

INSTITUT VALENCIÀ D´ART MODERN (IVAM)
10 JUNIO- 5 SEPTIEMBRE 2010

Nostalgia del cubismo, 1989
Óleo sobre lienzo. 114 x 100 cms. 

     Este año 2010, se celebra el centenario del nacimiento del pintor y escritor murciano Ramón Gaya (1910-2005) y el IVAM se suma a su celebración exponiendo en la  Sala Pinazo, una selección de sus trabajos para colaborar en la difusión de la obra del artista. La iniciativa está impulsada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales en el marco de la recuperación de la memoria histórica de aquellos artistas e intelectuales que tuvieron que exiliarse a partir de la Guerra Civil Española.
     La pintura de Ramón Gaya se entiende mejor si conocemos las predilecciones artísticas de este artista, pues estamos ante un pintor fuertemente influenciado por las formas artísticas de los grandes maestros de la Historia del Arte. Gaya conoció a fondo la obra de Rubens, Tiziano, Rembrandt, Vermeer y Velázquez cuando participó en las Misiones Pedagógicas programadas por la República española para llevar el conocimiento de las pinturas del Museo del Prado a todos los rincones de la geografía española.
     En ese contexto pedagógico de la II República, el artista realizó reproducciones a tamaño natural de algunas obras del Museo del Prado, lo que le permitió conocer en profundidad las técnicas y recursos de los grandes maestros, suscitando en él una gran admiración que determinó en un grado importante su obra posterior, sobre todo a partir de los años cincuenta cuando exiliado en México comenzó a realizar nostálgicos “homenajes” a los antiguos maestros de la pintura por los que sentía gran admiración.
     La muestra recoge una selección de óleos y guaches sobre lienzo de mediano formato donde el artista representa la pintura dentro de la pintura, por medio de fragmentos de obras célebres acompañados por naturalezas muertas. Otras veces, Gaya reproduce la obra completa pero actualizando el lenguaje, conjugando la maestría y la simplicidad y siempre a la búsqueda de esa sencillez que evoca la perfección, un ejemplo de ello es la versión de Las Meninas de Velázquez que se exhibe en la primera planta de la exposición.
     El referente formal para su personal lenguaje son las obras de artistas como Corot, Van Gogh y Cézanne, pues aunque admira a Picasso y reconoce sus aportaciones a la pintura, su obra es siempre figurativa y no contiene las experimentaciones ni las innovaciones de las Vanguardias artísticas, ya que el carácter rupturista con el arte del pasado debió parecer a Ramón Gaya una agresión hacía sus admirados maestros de la pintura.
    De estos artistas del XIX toma la pincelada, unas veces expresionista otras más reposada dependiendo de la personalidad a la que homenajea, consiguiendo un resultado impresionista de gran luminosidad. Otras veces Gaya utiliza una pincelada casi caligráfica para homenajear a los artistas orientales como Chu Ta, artista y poeta como él, que vivió en la China del siglo XVII. La lección del artista chino le sirve a Gaya para hacer una pintura esencialista, pura. El artista que se consideraba a sí mismo como “un pintor que escribe” nos dejó en sus textos su pensamiento sobre la pintura:

                           “Pintura no es hacer, es sacrificio
                es quitar, desnudar; y trozo a trozo,
                el alma irá acudiendo sin trabajo”.

     Y así por medio de la reducción formal va consiguiendo una poética ascética, de estilo limpio y sin estridencias que se sitúa entre el dibujo y la pintura. Suave, transparente y luminosa hasta llegar a emocionar por sus armónicas composiciones y por su suave, delicado y desvaído cromatismo que delimitados por marcos dorados, convierten el espacio expositivo en su conjunto, en un espacio luminoso y elegante que es a la vez humilde por la temática y por su sencillez.
    Ramón Gaya resucita fragmentos de obras clásicas insertándolas en composiciones prototípicas de naturalezas muertas, bodegones modernos con los que quiere evidenciar dos estancias pictóricas, la de la época dorada de la pintura del pasado y la realidad cotidiana del presente donde la pintura ha perdido ese aura sagrada debido a la popularización de la obra de arte.
     Esta evidencia constituye uno de los alicientes de esta exposición, pues la obra de Gaya denota nostalgia de la gran pintura y la aceptación de la incapacidad de superar a los grandes maestros, anticipándose así, en algunos aspectos a la pintura de la posmodernidad.
   No es de extrañar que a partir de los años setenta del pasado siglo, comience la recuperación de la figura de Ramón Gaya a través de premios y reconocimientos con exposiciones en las diferentes ciudades españolas. En 1985 recibe la Medalla de Oro a las Bellas Artes, en 1990 se inaugura el museo que lleva su nombre en Murcia, en 1997 es Premio Nacional de Artes Plásticas, y en 2002 recibe el Premio Velázquez. 
     En resumen, sugerimos la visita a esta exposición a todos aquellos que practiquen la pintura de forma profesional o amateur y también, para todos aquellos amantes del buen hacer en pintura que quieran deleitarse y sentir la emoción ante la percepción de la delicadeza, lo sutil y la pureza formal. Un contrapunto que sin duda nos proporcionará el sosiego que necesitamos si nos encontramos cansados de tanta saturación de ruido e imágenes agresivas.

Nota: La pincelada de este artista se aprecia mejor viendo su obra directamente pues su reproducción en el ordenador no permite apreciar su verdadera calidad.

Así mismo recomendamos observar con atención la obra de Chu Ta artista chino del siglo XVII y compararla con la obra de Ramón Gaya.

Para más información sobre la biografía y la obra de este artista recomendamos la visita al  Museo Ramón Gaya situado en la Plaza Santa Catalina, s/n. en Murcia. Teléfono 968.221.180




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