jueves, 3 de enero de 2013

Por qué el Pop Art Americano está anacrónico



Autorretrato (Detalle) c.a. 1982
Collection of The Andy Warhol Museum, Pittsburgh

Exposición Andy Warhol Superstar

    La Fundación Bancaja ha exhibido durante estos días la exposición Andy Warhol Superstar. Su comisario, Fernando de Castro, justifica la misma por la necesidad de revisar un tipo de arte que, producido en los años sesenta del siglo pasado, ha influido considerablemente en el arte del siglo XXI.
     La seriación de productos de consumo masivo, característica del movimiento pop como la famosa obra que reproduce la sopa Campbell, los  retratos de personajes populares del mundo de la política, como Lenin, del cine como Liza Minelli o John Wayne; o de las obras de arte clásico como La última cena de Leonardo Da Vinci, descontextualizadas y modificadas con la estética de la reproducción masiva, supuso la legitimación de lo banal y la redefinición de los límites del llamado arte con mayúsculas.
    Con la exhibición de esta nueva iconografía en las galerías de arte de su época y su posterior entrada en los museos, estas obras quedaron así transformadas para siempre en iconos de lo cotidiano, abriendo la puerta a un tipo de iconografía popular ligada a la cultura de masas, no incluida hasta ese momento como parte de la “alta cultura”.
     Las implicaciones de este hito artístico fueron enormes, pues a partir de aquí las imágenes populares entraron en el Olimpo del “gran arte”, integrando aquellos objetos propios de la contemporaneidad y sobre todo, consiguió la legitimación de una forma de producción a la que se le había negado su capacidad para generar arte: la producción industrial.
     En este sentido, la exposición pretende legitimar a Warhol como el mayor exponente del movimiento Pop, conectando algunas de sus declaraciones con las obras expuestas. Una de ellas, escrita junto a dos obras consagradas como son La última cena de Leonardo y El Grito de Edward Munch, es especialmente significativa:

                                      No tengo un gran mensaje concreto.
                                      Ojalá lo tuviera. Sería fantástico tenerlo.
                                      Creo que no hay mejor mensaje que la diversión.
                                      Así que intentemos ser divertidos.

     Es decir, estamos ante un pensamiento vinculado al disfrute, centrado en el hedonismo de la sociedad de consumo y celebrado a través del arte, unido a un estilo de vida donde la interacción social, el ver y ser visto y la representación ficcional, lo era todo. Nacía así un nuevo intento por redefinir el arte, rompiendo con el concepto de arte clásico normativo pero, sobre todo, expresa el hartazgo ante la pintura abstracta y gestual de los años cincuenta que defendía la subjetividad instintiva del autor.
    Warhol expone así sin ambages, su nula intención de transmitir un mensaje fuerte o cualquier crítica social. Lo cual está en contradicción fundamental con la interpretación que el Comisario de esta exposición le da a la obra de Warhol, a la que le atribuye una intencionalidad de provocar o ridiculizar la sociedad de consumo americana. Esta interpretación la pone él desde la contemporaneidad, porque lo que en realidad hacía Warhol en los años 60 y la mayoría de sus colegas del movimiento Pop americano con estas representaciones, era celebrar la sociedad de consumo. 
    El artista norteamericano daba cuenta en su obra de que aquella cultura popular vinculada a la bonanza económica, no era nada de lo que avergonzarse. Gracias a la reconstrucción europea de después de la Segunda Guerra Mundial y los bienes de producción masiva, los hogares americanos se llenaron de electrodomésticos y de atractivos productos de consumo, ofreciendo una confortabilidad nunca vista hasta entonces. Una nueva generación se desvinculaba así de los valores del trabajo y del sacrificio que habían generado sus padres.
     Una de las aportaciones del Pop Art fue como decimos, la incorporación de toda esa iconografía del consumo a la pintura que  pasó a formar parte del arte con mayúsculas. La diferencia más radical en ese momento fue que la iconografía que el arte representaba no procedía ya de las élites, sino de las clases populares.
     Desde este punto de vista es entendible que al comisario de la exposición se le haya olvidado o no quiera que el artista "Superstar" aparezca vinculado a lo superficial porque no está el horno para bollos, en un momento de crisis profunda como el que se vive en España, donde mucha gente no puede acceder a lo más básico, la verdadera naturaleza de la obra de Warhol con su banalidad y falta de compromiso social sería visto un tanto hiriente o cuando menos como una exposición fútil e innecesaria. De hecho, la entrada a la exposición cuesta un euro a beneficio de la Casa de Caridad de Valencia. En España hoy, la caridad está sustituyendo a los Servicios Sociales. Es una vuelta de tuerca más que parece acercarnos cada vez más a la ética del siglo XIX.
     Sin embargo, la característica frialdad (arte cool por excelencia) y falta de compromiso de este arte chirría hoy entre la desesperanza y la falta de inocencia del contexto tardomoderno, enmascarado por algunos para poder exponer una obra a todas luces extemporánea al menos con la forma expositiva con la que se nos presenta.
     En efecto, la obra de Warhol expuesta en el Centro Cultural Bancaja, aparece como un sin sentido para el sufriente ciudadano de a pie. Pasada de moda, ininteligible, fría distante e inexplicable, quizás también porque la exposición aparece completamente descontextualizada de esa euforia consumista de aquellos años sesenta que, de alguna manera, nos acercaría un poco a la comprensión de una obra seleccionada con el único criterio discursivo de ensalzar al artista que la creó.
     Pues la exposición tiene una misión que cumplir que está más allá de satisfacer las necesidades culturales o estéticas del visitante. La de exponer la obra del artista Pop por antonomasia en un espacio museístico en cumplimiento de la política de puesta en valor de la obra warholiana promovida por el propio Museo Andy Warhol de Pittsburgh en Pennsylvania (EEUU) y la Andy Warhol Foundation cuyo fin, es que la obra del artista “Superstar” no baje de cotización a base de estar en el candelero en los diferentes países europeos.
     La decisión de dicha Fundación de poner a la venta progresivamente a lo largo de los últimos años la obra del artista estadounidense, a través de empresas de subastas como Christie’s y Sotheby, aprovechando el momento de turbulencias financieras que vive el mercado de valores y el consiguiente riesgo de invertir en él, explica el origen de esta exposición como una herramienta del marketing que acompaña la voluntad especulativa de dicha Fundación.
     A raíz del éxito de venta conseguido en 2007 con el cuadro Tourquoise Marilyn (1964) que alcanzó la cifra de 80 millones de dólares; la obra Eight Elvises (1963) con 100 millones de dólares en ese mismo año, los 71,7 millones conseguidos por la obra Green Car Crash (Coche ardiente verde, 1963) en una subasta de Christie’s en mayo de 2007, y más recientemente, los 37.042.500 dólares conseguidos el 9 de mayo de 2012 por otro retrato de Elvis Presley representado también como vaquero, Double Elvis (1963) en Sotheby, el museo Andy Warhol sigue una tendencia alcista que busca aprovechar el contexto de sobrecalentamiento del mercado del arte sobre todo contemporáneo para vender sus fondos al mejor precio posible.
     En este sentido, la Fundación Bancaja sería ejemplo de institución museística al servicio del mercado del arte. Lo cual está lejos de la realización de una exposición pensada con sentido didáctico, goce estético u obra social.
     Por eso, cuando veamos que una exposición está dedicada a un solo artista con títulos grandilocuentes como esta “Andy Warhol Superstar” debemos recelar o sospechar que probablemente, no vamos a encontrar una buena exposición, ya que los intereses que la han originado pueden no estar relacionados con la pura función museística que el ICOM atribuye a los museos. Es decir, la protección, documentación, conservación, mantenimiento y comunicación del patrimonio natural y cultural del mundo. Claro que ustedes me dirán que dicho centro cultural no es un museo. Pues eso, seguramente tampoco es una obra social.
     Una exposición que nos hubiera gustado ver aprovechando la obra de Warhol en Bancaja, podría haber tenido un discurso expositivo en el que la obra del artista Pop dialogara con la de un buen artista expresionista como por ejemplo, la obra de Jackson Pollock o la de de Kooning. Dado el rechazo que el Pop norteamericano sentía hacia el expresionismo abstracto de los años cincuenta. Con semejante contraste hubiéramos entendido mejor la verdadera dimensión de la obra Pop americana y su verdadera aportación a la Historia del Arte.
     En vez de ese autista y frío aislamiento en el que la obra de Warhol es ensalzada en las salas expositivas de dicho Centro cultural, hubiera sido más interesante mostrar su alegre iconografía figurativa de colores brillantes, su carácter objetivo e impersonal, así como su palpable neutralidad social, junto a la poética depresiva del Expresionismo abstracto, subjetivo y romántico, ocupado en los sentimientos del artista. Tal contraste la hubiera acercado a su época y habría evidenciado su verdadera dimensión de celebración del momento de felicidad consumista que aquella sociedad vivió, perspectiva que a la postre la hubiera revalorizado más y hubiese contribuido a su mejor comprensión en la Historia del Arte.
     La falta de contenido de la que adolece esta exposición, convierte a la misma en una mera utilización del arte como producto especulativo y si bien el arte no esta ajeno al contexto mercantil en que se desarrolla, este no puede convertirse en el único criterio para hacer una exposición incapaz de generar conocimiento o al menos un mínimo de interés.
     Las obras de arte no deberían aparecer despojadas de su sentido original, por mucho que su función sea comerciar con ellas. Si no se conjuga con aspectos didácticos y estéticos esenciales, Warhol Superestar quedará empobrecido, ignorado y quizás con el tiempo desvalorizado incluso en las salas de Sotheby.


ORGANIZA: The Andy Warhol Museum.
EXPONE: Obra Social Bancaja. Plaza Tetuán, 23 (Valencia)
28 de septiembre 2012 al 5 de enero 2013