INSTITUT VALENCIÀ D´ART MODERN (IVAM)
18 MAYO - 11 JULIO 2010
18 MAYO - 11 JULIO 2010
Bernar Venet
Instalación Montón de carbón.
Estos días el IVAM nos ofrece la oportunidad de conocer la personalísima obra del artista francés Bernar Venet, uno de esos artistas europeos que formados en el neo-Dadá, marcharon al país de las oportunidades en los años sesenta.
La exposición es una retrospectiva realizada expresamente por el propio artista para el IVAM. A través de las diferentes salas podemos ir descubriendo la heterogeneidad de sus obras producto de las diferentes etapas creativas de su trayectoria profesional, que culmina con un vídeo donde se muestra la concepción de sus obras actuales, esculturas para espacios públicos, que por sus grandes dimensiones no caben en las salas de este instituto.
Bernar Venet se formó inicialmente en los años 50, en el periodo de después de la Segunda Guerra Mundial, momento en el que surge en Europa la pintura abstracta que afectó tanto a Europa, como a Estados Unidos. En Europa se conocía como arte informal o informalismo, un movimiento que los teóricos del arte han relacionado con la atmósfera desesperada, el sentimiento de soledad y ansiedad que se vivía. Una situación de crisis cultural que coincide con el desarrollo de la filosofía existencialista. El informalismo es un movimiento artístico basado en el empleo de un lenguaje abstracto en el que los materiales desempeñan un papel esencial, mientras que las formas compositivas y el cromatismo quedan supeditados a ellas. Sus artistas se erigen en contra de los procesos de construcción artística basados en la razón y exaltaban la intervención del azar y la improvisación, elementos con los que se quiere expresar en libertad emociones y vivencias. Por tanto, se rechaza la abstracción geométrica y la sujeción a reglas artísticas convencionales, mientras que la improvisación, la intuición, lo aleatorio y los ritmos espontáneos en pintura sirven para un lenguaje con el que el artista quiere expresar su angustia existencial.
Llegados los años sesenta Venet, se convierte en el sucesor natural de las teorías del crítico de arte Pierre Restany, fundador del Nuevo Realismo surgido en Francia a principios de los años sesenta por el desgaste del informalismo y el academicismo en el que este había caído. Se produce un retorno a la figuración menos drástico y radical que el que se dio en Norteamérica, donde el artista ya no expresa su conflicto con el mundo por la vía del nihilismo y la desesperación, sino a través del humor, lo burlesco, lo absurdo o lo grotesco.
Así, a partir de la primera sala de la Galería 7 podemos observar las obras correspondientes a este periodo con materiales pobres, Montón de carbón, Performance en la basura (1961) de la que se exhiben serigrafías sobre aluminio, conforman presupuestos alternativos con los que propugna la desmitificación del arte y del artista, y del arte como una actividad de utilidad social.
Con estos supuestos el artista llegó a Nueva York en 1966 con 24 años, en pleno auge del periodo conceptual y postmínimal conocido por la “desmaterialización del objeto”, un proceso que se dio en escultura, consecuencia de la realización del arte como idea. Allí conoció la obra de los artistas del Mínimal, Judd, Dam Flavin, Carl Andre y Sol LeWitt de los que aprendió que los conceptos y materiales del mundo industrial podían pasar a formar parte del arte.
Por este motivo, los cuadros que le siguen se caracterizan por la seriación, por las formas simples y escuetas, algunas de ellas son geométricas para después evolucionar hacia líneas indeterminadas, Todas ellas presentan una factura industrial que les da una impronta impersonal, carente de expresividad pues la subjetividad del artista, ha sido eliminada del objeto porque no se pretende expresar nada que sea subjetivo. Este no es un arte de la comunicación expresiva del artista.
Sus cuadros seriados con fórmulas matemáticas, con dibujos y textos extraídos de las instrucciones para el montaje de maquinaria industrial, como los dibujos de construcción de engranajes de dientes planos para tornillos sin fin, le sirven al artista para aludir al lenguaje industrial, al lenguaje matemático, al lenguaje científico con el que quiere huir del lenguaje representacional y abstracto que tradicionalmente se había utilizado en la historia del arte. Lógicamente al hacer esto, Venet eleva a categoría estética elementos de la ciencia y la tecnología. Baudelaire decía que “cada época debe tener artistas que pinten su historia” y Bernar Venet cumple certeramente con esta premisa de plasmar la realidad de su época a través de los materiales industriales como el carbón y el cartón, de la manufactura industrial y del lenguaje científico para liberar al arte de la participación del artista en la confección del objeto y de la carga discursiva y subjetiva, acentuando el carácter procesual de la creación artística.
La reducción cromática propia del Mínimal, es llevada hasta sus últimas consecuencias como resultado del abandono del sentimiento estético a favor del arte conceptual. Estamos por tanto, ante una fusión de esa desmitificación del arte como objeto estético que lleva al artista a la creación de líneas indeterminadas sin implicaciones emocionales, con las que realiza esculturas de escala monumental para seguir jugando con el caos y el azar en oposición al orden canónico establecido.
En resumen, esta exposición pone de relieve la tensión entre el concepto de creación artística y creación industrial, entre creación individual o colectiva, la tensión entre ciencia y arte, la vinculación del arte con los conceptos de belleza y la utilidad y funcionalidad del arte. Por tanto, esta muestra supone un buen espacio de reflexión desde donde contestar a estas preguntas, aunque las mismas han sido sobrepasadas, en la actualidad, por la realidad cotidiana tanto en las obras artísticas, como en las arquitecturas de nuestras ciudades y no siempre de modo satisfactorio.