viernes, 22 de enero de 2010

Exposición "La maleta de mi madre" de Natividad Navalón

INSTALACIÓN "EL SUEÑO DE VIVIR"

     La exposición que la comisaria Barbara Steffen expone en el Instituto Valenciano de Arte moderno (IVAM) hasta el 21 de febrero, presenta las características propias del Minimal Art. Objetos específicos de grandes dimensiones y de gran simplicidad dispuestos con orden, regularidad y claridad en espacios de blanco impoluto.

    Estamos ante cinco espacios diferenciados de estética pulcra y ordenada, que evocan cinco etapas por las que la mujer transita en su ciclo vital para desaparecer después de generar un nuevo ciclo vital de madres e hijas. Son cinco instalaciones concebidas como espacios en los que sumergirse. La escultura se recorre, se atraviesa. El espectador ya no está “frente a” o “alrededor de”, sino dentro de la obra.
    El recorrido se inicia en la instalación titulada "El sueño de vivir" que nos remite a una atmósfera fría. Es la manera que tiene la artista Natividad Navalón, de acercarnos al inconsciente, lugar donde se encuentran la calidez, la familiaridad y la feminidad que tanta seguridad nos proporcionó en la niñez y que Navalón simboliza con objetos cotidianos y domésticos a gran escala. A medida que avanzamos por ellos, el tamaño de los objetos va disminuyendo, de la misma manera que en la niñez los objetos cotidianos y domésticos se nos presentan sobredimensionados para ir reduciéndose conforme crecemos.
   Así, en este primer espacio encontramos esos objetos y ropas de madre que están presentes en los primeros años de la vida de una niña. La enorme cama de la madre decorada con una gran pieza de pelo, el inmenso armario que exhibe blancas toallas, o el gran monedero donde una niña de aspecto metálico se sumerge para intentar descubrir el misterioso mundo de su madre y con ello aprender a ser madre. Son objetos que suponen un mínimo de formas para una escala máxima generando un ambiente de resonancias familiares.
    La exposición está realizada con materiales industriales fríos, como el bronce, el plomo o la fibra de vidrio sobre los que destacan otros más confortables y evocadores, como los blancos tejidos de rizo de toalla o los grandes lienzos que a modo de cordón umbilical van cayendo sobre pares de sillas enfrentadas en la siguiente instalación titulada “De madres a hijas”. La niña ya es mujer y dialoga con su madre al mismo nivel. Pero no todos los cordones umbilicales están al mismo nivel, unos ya han caído, otros permanecen fuertemente amarrados, porque no todas las mujeres maduran de la misma manera.
   Un denominador común tienen todos estos materiales, el riguroso acabado industrial que borra cualquier huella de manualidad y que parece rechazar totalmente cualquier carácter ilusionista, lírico o personal. La mano de la artista no está en estos objetos, pues sus perfectos pulidos están realizados a partir de las modernas tecnologías. La artista confía en la industria para la creación del objeto artístico ya que para ella, la importancia reside en el proceso o la idea que a través de un objeto va a generar la reflexión del espectador.
   Por ello, la artista utiliza objetos repetitivos o seriados de gran simplicidad, que imprimen cierta rigidez y uniformidad para que el espectador dedique más tiempo a reflexionar sobre la obra que a contemplarla. Además el Minimal Art reclama como valor la impersonalidad, porque la obra de arte es objeto de conocimiento como tal.
   El color tampoco es lo importante aquí, pues se prefiere el juego de blancos y negros. El blanco de la pureza y la inocencia y el negro de la materialidad, la madurez y la muerte que irremediablemente llega a todos…

miércoles, 20 de enero de 2010

Pinacoteca psiquiátrica en España 1917-1990


Anónimo

La muestra “Pinacoteca psiquiátrica en España 1917-1990” que el Centre Cultural La Nau expone hasta el 24 de enero en Valencia, reúne un conjunto de obra pictórica procedente de colecciones de los diferentes hospitales psiquiátricos de España.

     La intención de la comisaria Ana Hernández con esta muestra es, seguir la estela de museos y colecciones de todo el mundo iniciada por Hans Prinzhorn en 1922 en el museo del hospital de Heidelberg, cuya exposición contó con más de 5000 obras de enfermos mentales. Al parecer, esta muestra despertó el interés de los artistas de las vanguardias emparentados con el surrealismo, el expresionismo y la abstracción como Paul Klee, Alfred Kubin, André Breton o Max Ernst entre otros.

     El origen de estas colecciones está en las terapias de rehabilitación por medio de actividades artísticas como remedio terapéutico para estos enfermos. De los efectos benéficos del arte, tenemos conocimiento desde Aristóteles, más tarde en época medieval, los musulmanes que disponían desde antiguo de hospitales reservados para los "locos", les aplicaban una especie de cura de almas con audiciones musicales y lectura de poesía para ayudarles.

     Las obras expuestas muestran rasgos primitivos y expresionistas, unas por medio de la abstracción geométrica, otras con expresivas pinceladas que con horror vacui describen mundos ajenos, llenos de terror o de tristeza, imágenes que debieron interesar también a los artistas citados y a otros muchos que integran un grupo mayor, el del Romanticismo.

     La idea que subyace en esta exposición es la relación de estas manifestaciones pictóricas, con las obras de arte realizadas por los artistas de las Vanguardias. Es decir, la relación entre genio creador y locura. Un tema que viene dado por la formación de la propia comisaria (licenciada en BB.AA) y que a nosotros nos sirve en este foro, para plantear un debate que atraviesa todo el arte contemporáneo desde el Romanticismo.

     En efecto, desde el siglo XIX se tiene la creencia de que para ser un genio creador se debe estar tocado por la locura, solo así se puede ser excepcional en el arte. Con ello se intenta justificar la autoexpresión del artista en la pintura, algo que venía muy bien al Expresionismo Abstracto en el mercado del arte americano. En el XX se tenía al pintor Vincent van Gogh, como el paradigma de genio creador que debe estar loco para estar en contacto directo con Dios y del cual recibe la verdad. Por tanto, las obras de arte de artistas vinculados con la locura liberadora y creativa pasan a ser consideradas como la obra irrepetible de genios creadores, justificándose asi sus elevados precios.

    Estas creencias cuyo origen se remonta a la época medieval, se fue fomentado en el Renacimiento y quedaron fijadas en el pensamiento romántico sin tener en cuenta que, la enfermedad mental fundamentalmente incapacita a la persona para cualquier actividad y más todavía para la creación artística.

    La explicación del interés que los artistas de las Vanguardias tenían por las expresiones artísticas de los enajenados, reside en la búsqueda de expresiones puras sin la contaminación de las enseñanzas académicas, por la necesidad de romper con el clasicismo tradicional. Tendencias que se expresaron de diferentes modos. Así, artistas como Picasso, Matisse y Brancusi, buscaron inspiración en todo aquello que estuviera situado en los márgenes de la tradición cultural europea. Indagaron e investigaron objetos de arte primitivo llegados de Oceanía y África renovando con ello la escultura y la pintura a partir de las piezas que los marchantes tenían a la venta y de las colecciones etnológicas que los museos conservaban.

    La consecuencia fue, que a partir de la primera década del siglo XX el arte primitivo quedó reflejado en las obras artísticas de las principales ciudades europeas. Los artistas valoraban de él su distanciamiento de las formas de la naturaleza, su expresividad y un simbolismo con el que captar la esencia de las cosas a través de la simplificación formal.

    Las influencias románticas nos hacen buscar en la pintura del enajenado el expresionismo de un Munch. Los trazos agresivos de colores antinaturales, puros e inacabados que el espectador debe completar y que supuso la estructura autónoma y autosuficiente del cuadro por la falta de referencias claras con la realidad, donde la autonomía del color y la forma es la base de la libertad artística y del rechazo a la tradición.

     De este modo, los visitantes a esta exposición, no introducidos en la problemática de la enfermedad mental,  probáblemente habrán salido de ella convencidos de que locura y genio creador van unidos. Que no hay arte sin locura, que esta es necesaria para ser un genio como así lo demuestran los casos de Van Gogh o de Jackson Pollock. Nada más lejos de la realidad. Casi todo lo que en Pinacoteca psiquiátrica se expone, son los temores y miedos de personas que sufrieron alguna patología mental e incluso de personas que no sufrían ninguna patología, ya que es bien sabido, que muchos de estos centros psiquiátricos acogían a personas desamparadas que no tenían ninguna enfermedad mental más allá del desarraigo o el abandono social. En contra de lo que se afirma en el folleto, estas pinturas son el reflejo de procesos psicopatológicos que cualquier profesional de la psicología puede identificar sin mayor esfuerzo.

No obstante, tenemos que aplaudir y animar para que se realicen más exposiciones como estas, aunque solo sea para acercarnos a este desconocido colectivo, tan necesitado de nuestro apoyo y de la comprensión de aquellos que nos creemos dentro de la normalidad.